En las últimas semanas, mientras la cotización del dólar estadounidense sigue cayendo, he escuchado múltiples comentarios que recomiendan aprovechar para comprar dólares baratos, con la idea de que el “superpeso” es un fenómeno pasajero.
Sin embargo, mi tesis es que se trata de un fenómeno mucho más estructural y que la tendencia al menos, por el resto de la década, será un dólar que se mantendrá estable e irá perdiendo valor frente al peso, con algunos episodios de apreciaciones más o menos violentas seguidos de nuevas caídas en el precio.
Escribir el párrafo anterior me costó bastante trabajo. Y estoy seguro de que será recibido con bastante escepticismo, y no es para menos. La tendencia del peso a devaluarse está bien instalada desde la mitad del siglo XIX y apostar contra ella ha sido una receta segura para quedarse pobre por décadas. Sin embargo, sostengo mis palabras y a continuación les explico los motivos.
La enorme deuda de Estados Unidos
En el Daily anterior, les comentaba sobre el curioso, y todavía muy poco comprendido, fenómeno que enfrenta la economía de Estados Unidos. El tamaño del endeudamiento es tan grande, 32 billones de dólares, un 32 con 12 ceros (los americanos dirían 32 trillions) y contando, que el pago de los intereses se convierte en un estímulo económico gigantesco. Esos nuevos dólares que necesitan ser creados para pagar intereses llegan a los compradores de las deudas del gobierno estadounidense y estos a su vez los reciclan por todo el mundo.
Una parte se invierte en acciones, que en este preciso momento van camino de nuevos máximos históricos y alguna parte termina en países que ofrecen muy buenas tasas de interés en relación con el riesgo que presentan de no pagar. Y por ahora, México es la estrella más brillante en el firmamento.