En una helada mañana de enero, en la que a algunos insensatos se nos ocurre salir a hacer ejercicio en el Valle de México, escuché esta conversación entre mi entrenador y una compañera del grupo con el que entreno.
—“Leí que el gobierno va a aumentar las pensiones para personas mayores en 2024. Eso es bueno, algo más que le den a la gente.”
—“Pero no se nos olvide que ese dinero sale de los impuestos que todos pagamos”.
En realidad las cosas no funcionan exactamente así. Es cierto que el gobierno federal paga una muy buena parte de sus gastos con los impuestos y contribuciones que recauda de los contribuyentes. Para el 2023 esos ingresos sumaron más de 7 billones de pesos. (Como siempre que trato estos temas me gusta recordarle a los lectores la enormidad de estas cifras. Esto son 7 millones de millones de pesos).
Sin embargo, el gasto excedió en más de un billón de pesos los ingresos públicos. ¿De dónde salió ese dinero? De pedirlo prestado.
A continuación, vamos a ver cómo ese hecho anula prácticamente cualquier beneficio para la población en general y convierte a estos programas en engaños monumentales para quienes creen que se benefician con ellos.