Analicemos la salud de Bitcoin. Quinta parte

Hoy llegamos al final de esta serie sobre la salud de la red de Bitcoin. En estos cuatro artículos hemos platicado del incremento en su precio y la liquidez en el mercado, la viabilidad de usarla para disponer de un método de ahorro y de pago, así como la facilidad que ofrece para operar con sus aplicaciones. Todo esto nos da indicios sobre la salud de la red porque nos muestra las posibilidades que tiene para continuar expandiéndose.

Como les gusta señalar a los detractores de bitcoin, no hay un gobierno que imponga su uso con la amenaza de encarcelar a quienes se nieguen, como es el caso de las 160 monedas fiat que existen. Así que bitcoin solo tendrá éxito si más personas lo utilizan y solo lo van a hacer si le encuentran una utilidad (a la gran mayoría de las personas les tienen sin cuidado las disertaciones filosóficas acerca de la libertad económica) y si les es fácil usarlo (si tienes que ser un experto en lenguajes de cómputo queda fuera del alcance del 99.998% de las personas).

Hasta ahora hemos platicado que tanto en usabilidad como en facilidad, la red se ha desarrollado extraordinariamente bien. Lo cual nos deja con la que muchos consideran la pregunta más importante: ¿qué sucede si los gobiernos del mundo lo prohíben? Al final de cuentas la base del ejercicio del poder es el control sobre el dinero.

Desde luego, cualquier gobierno puede prohibir simplemente la posesión y comercio de la moneda digital. Y amenazar a sus ciudadanos con el encierro en una prisión y la confiscación del resto de su patrimonio en caso de que les atrapen o incluso les sospechen en posesión de alguna cantidad de bitcoin. O puede optar por un enfoque menos agresivo y crear un gran número de regulaciones que dificulten muchísimo la interacción con el sistema bancario. En un momento platicaremos de las implicaciones legales de tomar estas acciones, pero antes vamos a lanzar otra pregunta.

¿Qué gobierno querría hacer esto?

Existen unos 200 gobiernos en el mundo, y la teoría de juegos nos dice que si un país lo prohíbe, entonces permite que otro gane oportunidades de negocio para su población al dar las facilidades para que se instalen las empresas que salgan del primer país. Mientras los errores de unos sean ganancias para otros, se hace poco atractivo tomar ese tipo de acciones.

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