Sean bienvenidos a la última entrega dedicada a una carta muy especial que el ISDA dirigió hace unos días a la Reserva Federal y a la FDIC. Para saber lo que son esas siglas y otras que trataremos en este artículo les invito a leer las primeras tres partes.
Como respuesta directa a la Gran Crisis Financiera de 2008 el BCBS propuso una serie de modificaciones a la regulación bancaria para conseguir, por fin, la estabilidad del sistema bancario internacional.
Así llegamos a Basilea III
La nueva versión de los acuerdos de Basilea planteaba más adecuaciones a las reglas sobre capitalización de los bancos, estándares para medir la liquidez y… proporciones máximas para el endeudamiento de la banca. Dicho de otra forma, proporciones que no debían sobrepasarse sobre la cantidad de depósitos que puede tener un banco comparados con el capital (dinero propio) con el que cuenta antes de arriesgar el dinero de sus depositantes.
Con base en esto, a partir de Basilea III además de los requerimientos de capital y divulgación de información financiera, los bancos deben mantener ciertas proporciones entre el dinero que guardan en las cuentas de sus clientes y sus recursos propios.
Esta proporción o razón de apalancamiento, o en inglés Supplementary Leverage Ratio (SLR) , oficialmente, nunca hizo muy feliz a los bancos, o al menos a los banqueros. Y no porque tengan problemas para cumplir con el requerimiento. Sino porque disminuye la rentabilidad de los bancos. Esto se debe a que el negocio de cualquier banco es crear créditos y cobrar intereses por ellos.