La Red | Primera parte

La información se ha convertido en la materia prima más fácilmente comercializable que existe. En el mundo actual, donde las computadoras y los teléfonos inteligentes son omnipresentes, cada paso que damos, palabra que pronunciamos o cosa que consumimos puede ser comprada y vendida en el mercado de la información.

Las tecnologías de la información nos han envuelto de tal forma que es posible que a veces se nos olvide. Pero esta tecnología ha creado formas de recolectar, guardar, analizar y distribuir estos datos de formas que simplemente no son posibles en el mundo analógico.

Esta semana exploraremos un pequeño rincón del increíblemente enredado laberinto del mercado de la información. Vamos a adentrarnos, al menos ligeramente y de la forma más sencilla y amena posible, en las alianzas y conexiones que se están formando dentro de este mercado y trataremos de darnos una idea de hacia dónde va esto.

Es un hecho que la maduración de ciertas tecnologías crea transformaciones económicas profundas.  Por ejemplo, los sistemas masivos de control y vigilancia eran imposibles a gran escala cuando la creación de una sola fotografía requería horas de revelado. Pero ahora que las redes celulares y de fibra óptica permiten tener una cámara en cada poste, que la adopción generalizada de teléfonos inteligentes implica que todos llevemos un micrófono en el bolsillo y que la instalación de internet por todo el planeta hace posible la transmisión de información sin costo por todo el mundo, también ha aparecido un mercado para la vigilancia masiva como un servicio privado.

Muchas personas creen que los Estados (en realidad quieren decir los gobiernos) deben intervenir con leyes y regulaciones que ordenen la actividad de los particulares en el mercado del control y la vigilancia masiva. Y de hecho los están haciendo, creando disposiciones que favorecen a grupos selectos de personas muy bien conectadas dentro de ciertos grupos de influencia. Es decir, en vez de que el gobierno nos proteja de que usen nuestra información para controlar, por ejemplo, lo que hacemos o compramos, se alían con los privados para utilizar esa información.

Me atrevería a apostar que el primer caso de corrupción entre funcionarios públicos y empresarios privados debe haber ocurrido con la primera compra hecha por un gobierno. Dicho de otra forma, que los burócratas y sus proveedores se pongan de acuerdo para subir precios o suministrar artículos de calidad inferior a lo pactado no tiene nada de nuevo. Lo que es una novedad es cómo los avances tecnológicos que han creado ese mercado de control y vigilancia le otorgan a cualquier gobierno una capacidad para imponer el cumplimiento de las disposiciones hechas para favorecer a los grupos bien conectados que no había existido en toda la historia.

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