En B&C Global hemos mantenido a lo largo de los últimos meses una posición de escepticismo sobre la historia de que la Inteligencia Artificial (IA) creará un milagro de productividad que llevará al mundo a un nuevo nivel de prosperidad generalizada.
Historia que es central a la explosión en el precio de las acciones de las empresas a las que se ha apodado como las 7 Magníficas durante este año. De las cuales escribimos este artículo hace algunos meses y aquí puedes consultar.
Por un lado, hay que reconocer que el desarrollo de la computación paralela, de la cual IA es una aplicación, y de la que platicamos en la serie Muchas cabezas piensan mejor que una, tiene implicaciones asombrosas. Las cuales apenas estamos descubriendo.
Personalmente, en los últimos meses me he sorprendido a mí mismo sosteniendo pláticas no triviales con una IA. Difícilmente pasa un día sin que me asombre al descubrir una nueva aplicación.
Sin embargo, nuestro escepticismo se sustenta en el hecho de que manejar objetos físicos es mucho más complejo que interacciones digitales. Razón por la cual después de infinidad de anuncios sobre cosas como la conducción autónoma o los robots auxiliares domésticos, aún hoy esas tecnologías no han alcanzado una madurez comercial.
Eso sin incluir el problema de la energía. Los centros de datos necesarios para procesar las aplicaciones de computación paralela difícilmente son viables sin una revolución energética que hoy no tenemos.