Hace un año, en enero de 2023, escribía en X (Twitter) que los analistas financieros son pésimos para predecir el futuro. Por aquel entonces el consenso de los expertos auguraba una ligera o moderada recesión económica en Estados Unidos, con la consiguiente combinación habitual de moderadas a severas crisis en los tipos de cambio de las monedas latinoamericanas con el dólar estadounidense.
Aquellos que, por trabajo o masoquismo, disfruten de meterse más a fondo en temas económicos seguramente recordarán que YouTube estaba repleto de predicciones acerca del inminente crack en las bolsas de valores.
Aquella narrativa inició a principios de 2022 cuando la Reserva Federal comenzó su campaña contra la inflación mediante el alza de tasas de interés. En esos meses el lugar común fue decir que la Fed subiría sus tasas hasta que algo se rompiera. Les recomiendo leer nuestra serie de artículos sobre La institución más importante del mundo.
Muchos expertos esperaban, casi con ansiedad, que se repitiera la historia de 1929 y 2008. Un desplome monumental en los mercados de valores que daría inicio a una severa recesión económica. Sólo que nada de eso sucedió
Los lectores de Global saben que no perdemos oportunidad para hacer un poco de burla de las predicciones de los expertos. La evidencia muestra que si aciertan es más por necedad que por comprensión. Por eso siempre decimos que no hay que predecir, hay que prever.
Sin embargo, eso no quiere decir que las predicciones sean inútiles. Hay mucho que aprender de por qué las cosas no ocurrieron como los expertos pensaban que iban a ocurrir. Y para ello es muy útil hacer un poco de historia.