David Grusch se volvío trending topic durante unas semanas el año pasado cuando declaró frente a una comisión del Congreso de Estados Unidos que tenía información de que las fuerzas armadas y la comunidad de inteligencia ocultaban la existencia de Objetos Voladores No Identificados.
De hecho, no es del todo imposible que Grusch no haya visto personalmente uno que otro extraextraterrestre, pero salido de una botella de whisky más que de un platillo volador.
Resultó que Grusch tiene un serio problema con el abuso de alcohol y drogas. Cosa que le fue posible descubrir al periodista de investigación, Ken Klippenstein, gracias al Acta de Acceso de Libertad de Información, en ingles FOIA, que le permitió acceder a los registros de la policía sobre el Sr. Grusch.
Hay cosas en el mundo moderno que damos por sentadas y rara vez nos ponemos a pensar en las personas que las hacen posibles. Un claro ejemplo de ello es que los particulares tenemos pleno derecho a acceder a la información que generan nuestros gobiernos en el ejercicio de sus actividades. Pero hoy sabemos de la historia de abusos de Grusch y muchísimas otras cosas, realmente importantes, gracias a un congresista estadounidense de nombre John E. Moss. (Recordamos que la FOIA es el antecedente directo del INAI en México y organismos similares en muchos otros países).
El diputado o congresista (como los llaman por allá) era uno de esos personajes que no queda muy claro cómo llegan y persisten en la política. Defendió su proyecto de darle a los estadounidenses el derecho a conocer lo que hacía su gobierno a lo largo de varias legislaturas y contra la opinión de varios presidentes de Estados Unidos.
Moss no se detuvo con la aprobación y publicación de la FOIA en 1966. En 1975, fue la persona que abrió el mercado accionario a los pequeños inversionistas individuales.
