En las últimas dos entregas del Daily hemos platicado del contraste que hay entre el muy importante avance que han tenido los mercados financieros desde la victoria de Donald Trump y el partido republicano en las elecciones del 5 de noviembre, y la crítica situación de las finanzas públicas estadounidenses.
Si te los perdiste aquí te comparto la primera y segunda parte. En el artículo anterior concluimos con esta gráfica.
Este es el laberinto que parece sin salida de las finanzas públicas no solo de Estados Unidos sino de muchos países. A casi todo el mundo le parece muy buena idea que el gobierno le entregue dinero a las personas mayores, a los niños, a los campesinos, a los artistas y un larguísimo y siempre creciente etcétera.
Lo que esto quiere decir es que el gasto público estadounidense está conformado en un 62% (el cual se compone de 48% por pagos de beneficios sociales como pensiones de seguridad, programas de salud como Medicare y Medicaid, apoyos directos como programas de alimentos, y 14% por pago de intereses) por gastos que no se pueden recortar sin declarar al gobierno de Estados Unidos en bancarrota.
Cuando se le pregunta a la gente el cómo se imaginan que se van a pagar esos gastos, simplemente responden que para eso pagamos impuestos. Lo que muy rara vez se preguntan es si los impuestos alcanzan para pagar tantas buenas intenciones. Y la respuesta es: no.