Hace unos días estuve en la ciudad de Chicago y una de las cosas que observé fue el estado general de la infraestructura, la cual se ve un tanto desatendida o, por decirlo de otra forma, falta de mantenimiento. Esto me recordó una publicación que hice en X, por aquellos entonces Twitter, sobre un accidente ferroviario en la localidad de Palestine, Ohio, que utilice para mostrar la manera en que las malas decisiones de política económica se transforman en malas inversiones y en deterioro de la infraestructura general de un país.
El descarrilamiento del tren
En febrero pasado, mientras buena parte del mundo estaba pegada a la transmisión del Super Tazón, un tren de carga se descarriló en la localidad de East Palestine, Ohio y causó lo que probablemente sea el peor desastre ecológico, y quizá hasta humano, en la historia de Estados Unidos.
Solo por dar un brevísimo contexto para quienes no estén al tanto, el descarrilamiento afectó a 100 vagones de los cuales 20 transportaban químicos industriales de altísima toxicidad. Las autoridades al ver la magnitud del problema decidieron explotar los carros de ferrocarril para que los químicos se consumieran en el fuego y no se dispersaran.
Pero ha habido reportes de que los materiales tóxicos alcanzaron los aguas del río Ohio, el cual es parte del sistema fluvial del río Misisipi, el más importante de Norteamérica y en cuyas cercanías vive la décima parte de la población de Estados Unidos.
Para hacer la situación más interesante, durante el fin de semana la fuerza aérea norteamericana se dedicó a perseguir y derribar “objetos no identificados” sobre Canadá y Estados Unidos. La combinación de sucesos hizo arder las redes sociales con todo tipo de explicaciones conspiratorias, divertidas de leer pero imposibles de confirmar.