Hace unos días platicamos de por qué el pago de pensiones puede convertirse en el siguiente gran problema de las finanzas públicas mexicanas. Si quieres ponerte en contexto, puedes leer el Daily anterior aquí.
Parece ser que la opinión más generalizada es que el gobierno tendrá que aumentar los impuestos para pagar por los crecientes gastos en pensiones. Pero la gran pregunta es si esto es posible y, sobre todo, si realmente será una solución efectiva.
En lo personal, aún recuerdo a Enrique Peña Nieto como candidato declarar en un debate que su plan era subir los impuestos. Lo cual, cosa extraña para una promesa de campaña, cumplió a cabalidad en la reforma fiscal de 2013.
Esa reforma nos dio un buen ejemplo de qué es lo que se puede hacer realmente en una reforma fiscal. Los nuevos impuestos casi no tuvieron efecto sobre la recaudación con los grandes contribuyentes ni tampoco obligaron a las personas que laboran en la llamada economía informal a regularizarse masivamente.
Así que el grueso de las nuevas cargas cayó sobre los causantes cautivos, los asalariados. Y aunque esto tuvo un efecto importante en los ingresos públicos durante 2015 y 2016 es razonable pensar que los aumentos fiscales de 2013 también contribuyeron al bajo crecimiento de la economía mexicana en los siguientes años. Este grupo productivo al pagar más impuestos se quedó con un ingreso disponible menor para gastar y ahorrar.
